Entradas

Besos desde el cielo

La lluvia se evapora esta mañana, y su aliento me llena la boca mientras lo miro, mi perfume le enreda el bosque del pelo   y cruza su piel con la mía; abundantes palabras de dos letras no significan nada fuera de los suaves rincones que habitan el sabor del fuego, la tensión de sus brazos,   los pliegues de mis rodillas, y de las sábanas, el instante de mi pausa que él ocupó toda y cuatro manos de plumas que con los roces se elevan y quieren abarcar todo como garras mientras el delirio devora a la razón, desarmada, complacida. Donde su cadera exista, estará la mía y yendo y viniendo encima me latirá su corazón galopando en el terreno tibio de un pecho desnudo que no es el mío porque lo obedece, y es la línea de mi nuca el dominio de unos labios que no son suyos porque mi nombre los desata. ¿A dónde vamos sin querer llegar? Los bordes de nuestros dientes se lanzan, gruñen y se dejan; por los bordes de sus dedos me ca...

Corona del océano

Mientras acomodás una corona en mi cabeza, rey, y bruñís el oro de los laureles, lo nuestro ya tiene su epitafio. El océano es inmenso y me reclama la corona, ¿Cómo podés quererme con los besos naufragando? Con todo eso que cae de nuestra visión o nuestro tacto, ya rozando con manos pálidas el polvo suave   de su profundidad.

Soy el pasado de un fuego azul

I. Adiós a la joven del té de rosas, al vestido de seda y los tobillos, a la sonrisa impermeable, las muñecas de cristal. Me susurra en sueños, esculpida en piedra, la diosa de perfume que se sigue y persuade, con estrellas bajo los ojos. Tropezar es impensado. Cuando llora sólo se nota por sus gotas diamantinas. Disculpa y olvida. Sabe y no lo dice. II. Calla su boca y las palabras la entienden, y callan sus manos, y se sienten adoradas. El sol, en sus ojos, en cada hilo de su cabello, en sus livianos pies descalzos. Cuando sueña, la blanca e inmortal lo hace apenas sonriendo, y sus labios se separan para exhalar un suspiro: es los pájaros liberados en un amanecer reflejado en sus mejillas. Escaleras infinitas atraviesan las nubes y sólo las usan los ángeles. III. Con mil narcisos jamás, jamás, la alcanzo. Con los pájaros refugiados durante la noche de tormenta jamás, jamás la alcanzo. Con un bosque espeso sin senderos, jamás, jamás la alcanzo. Con el orgullo in...

Sin aire para volver

Es la noche, los colmillos, el precipicio, las yemas de mis dedos casi rozando su voz, casi. La deliciosa pesadilla de poseer demasiado en manos pequeñas, de asomarme apenas y ser suya al segundo  soy boquita tentada, mentón tomado  que al amparo de lo pendiente le da todo y con todo se queda, lo ahogo con lágrimas y así lo confundo para tener una angustia que justifique el miedo de ir a lo oscuro de un océano de estrellas sin aire para volver.

Humo

Me muestra su fuerza mientras desaparezco me amordaza el encierro de olvidarme, éramos dos antes. Para que se mire al espejo ahora soy traslúcida. Atraviesa en estampida mis venas de niebla, de humo mis manos temblorosas y sonrío como un espectro, sonrío siempre para que no se vaya. Soy lo que era y por eso ya no soy, intento imitar lo que recuerdo de mí. Ya como el agua, reflejo de Narciso, como el eco del silencio no soy nada.

Casi nunca

Es un libro casi nunca cuando es abierto y leído a veces,  y las líneas de sus manos, los pensamientos, las intenciones. Es un libro casi nunca con polvo en el estante de lejos  hojeando algo moderno que entibia su falda. Como un corazón se quiebran las hojas otoñales si se las dobla por la mitad, y en esa época de hojas muertas, él es un libro casi nunca.

Bla bla

Cortó el hilo de mis pensamientos y quedó un agujero en el pulóver. No quise escucharla, seguir la corriente del agua sucia de sus ideas corrientes porque habla porque hablabla sin saber por qué blabla, y no sabe qué dice lo que dice mientras lo dice. Razona con la boca, (¿besará con la razón?) O tal vez, no besa, para poder seguir deshilachando...

Nardo de espuma

Mientras me lava el pelo la espuma es nube brillante que imita sus ojos y nubla los míos, perfuma el momento, y la siento en el alma en las piernas en un suspiro. Su cuello largo me parece un nardo blanco con la fuerza de un árbol, un Poeta, y a lo largo de la cascada de su espalda de seda esa curva es todo lo que existe mientras - lento, alto, franco, protector, augusto me lava el pelo. Tuberose fome While he washes my hair the foam is bright cloud that imitates his eyes and clouds mine, perfumes the moment, and I feel it in my soul in the legs in a sigh. His long neck looks like a white tuberose with the strenght of a tree, a Poet, and along the waterfall of his silk back that curve is everything that exists while - slow, tall, honest, protective, solemn, he washes my hair.

Sombría vieja

Mientras sus manos son dos arañas cuyas patas me recuerdan sus pestañas, las grietas de su piel son las del mundo y han cavado aún más profundo. Con su mirada loca y fugaz, de la huida perfecta es capaz porque ni el sol ni la luna, ni luz alguna la quiere señalar de lejos, y en la noche, se le escapan los espejos. Le quedó uno, el más fiel: los ojos de aquél que le dijo: "Al abrir tu boca y decir una rareza tus palabras son tibieza; Café, susurro, caricia y manta. Amiga, tu dulzura es tanta que a los tontos los espanta".

La pasa

No sé si me pasa algo con vos o si la cuestión es que no me pasa. Lo que pasa es lo nuestro nuevo rodando por fuera fresco, como una uva, por dentro, como una pasa. Si no pasa y nos quedamos, nuestra vida pasa a ser una vid sin vida.

La pared azul

Atardecer azul que no abandona Fernando ya no te ve como solía, pues a plena luz del día te ocultás tras el nuevo horizonte. Aunque estando enfrente no te reconocía, quizás todavía le quedan tardes azules de balcón que entre tanto paredón color gris que veía le llamaba amaba su atención.

Wendy

Su silencio no se parecía en nada a este que necesito rellenar. Recuerdo haberle dicho: “quieta”, “muerta”; mientras la imagino en movimiento, viva, y agradezco que no haya entendido una palabra de lo que le decía. No entendía por qué me confortaba, pero lo hacía sin darse cuenta. No entendía que cuando mostrara los dientes, estaría sonriendo en mi lenguaje. No entendía que conectar nuestros ojos no era desafiante para mí, hasta que supo que mirarlos era lo que más me gustaba de nuestro vínculo –además de sus mano-patas (las delanteras), que separaba un poco alzando las orejas cuando estaba a punto de ir a buscar su trapo (o una media mía) a toda velocidad para que jugáramos, resbalándose siempre en el suelo de porcelana- y empezó a sostenerme la mirada: primero de una negra y fugaz vivacidad; después, de una serenidad verde y vidriosa, como un bosque a través de un ventanal empañado. Y no sólo lo dejó empañado, también abrió una puerta que con las patas no se puede abrir, que...

Tu boca

Tu boca en un beso inventó mi sonrisa. Your mouth Your mouth through a kiss invented my smile.

Alquilada

Carmelo es dueño de las manos de Eulalia mientras ella las usa, como quien alquila una casa y de a ratos la siente suya. Posee todo lo que es de ella: su pecho, sus piernas, voz, su dolor y ojos, y Eulalia los alquila.  No nació con la nuca que él tomaba al besarla, pero ahora no es más que la nuca que él tomaba al besarla. Tiene  sus palabras, le dio todas las que tenía, que se perdieron en el camino de su mente al olvido… pero que estarán en algún lado. Carmelo no robó nada, todo se lo dio ella, pensando que podrían compartirla lo que durara su vida, como si su cuerpo mismo fuera una extensión de todos sus recuerdos. Rented Carmelo owns Eulalia´s hands while she is using them, like renting a house and feeling it your own. He posseses everything that´s hers: her breast, her legs, her voice, her pain and eyes; and she rents them. She wasn´t born with the neck he used to hold to kiss her, but now it is nothing but the neck he used to hold to kiss her. He has her words,...

Café abandonado y frío

               Una princesa india parecía achinando los ojos. Se rió y me regañó mansamente al darle una flor que acomodó detrás de su oreja y delante de su sedoso pelo castaño, ese rincón sensible, que al tocarlo jamás se ruboriza, como lo hacen sus mejillas y las mías. Sabía que su boca indulgente quería ser mi refugio, mi humilde hogar, pero es, en verdad, un palacio, y amo recorrerlo. Como le gusta jugar, como un cachorro de pantera, dejé que me envolviera de fascinación y soltura, calidez y entusiasmo. Dejé que me diera un beso con olor a  jazmín cariñoso y breve en los labios, y luego otro intenso y eterno cuyo aroma no pude apreciar por estar mis sentidos inmersos en la confusión de estar besando a una mujer. Una de las más dulces, llena de gracia y belleza.                 Perceptiva y suave como es, puso distancia entre su rostro y el mío. Una distancia cor...
                Sí que te escucho.                 El lunes 20 de Febrero del año pasado, esperaban el tren en la estación de Lourdes, un alguien y vos, entre el cemento ardiente, y el sol fulgente de ese verano que pasaba, intercambiando gestos hastiados cada tanto por el calor que los oprimía y los volvía pegajosos. Recuerdo que me dijiste haberlo abrazado de todas formas durante algunos segundos, haber sentido cómo tu blusa colorada se alzaba un poco por el viento que acarreó el tren al llegar, y haberlo soltado luego, algo arrepentida. No había calor, dijiste, que les pudiera haber arrebatado el buen humor; no había frío, gesto, demora, postura política, religiosa, nada que pudiera contra los preciosos ojos dorados que te amaban, o contra tus ojos como perlas negras que lo amaban a él.                 A este alguien no le gust...

Lidia se va

     La panza de la pequeña Lidia se inflaba y desinflaba con desesperante velocidad, reteniendo y soltando las ganas angustiosas de rogar a su abuela que esperara, que le diera unos días, que no cerrara la puerta, que el diente se caería solo, o que podría sacárselo el tío Elías de alguna forma. -                                 -  “Ese diente molesta a los demás, y se puede infectar, por eso hay que sacarlo, chiquita. Esta es la forma más rápida. El ratón Pérez va a estar contento, te va a dejar moneditas para comprar las golosinas”.                 La tensión que impulsaba su rostro un poco más adelantado que el cuerpo hacia la dirección de la puerta –que causaba el hilo, atado a su diente como una piedrita blanca- le daba un miedo que apenas podía contener y que bloqueaba, incluso, la ruta de sus lágrima...

Contraria

Si me amara, no me enamoraría. Si me mirara, me volvería invisible; si me escuchara, quedaría muda; si me tocara, me atravesaría; si me abrazara, me encogería. Que cuente conmigo, así me ausento; que no me ofrezca, pues todo me hace falta; que quiera una caricia mía, que no tengo manos; que sienta mi aroma, para que mi perfume perezca; que espere mi cariño, pues no lo conozco. Me haría confiable si él desconfiara de mí, mas no confiaría si él fuera confiable; gritaría sobre su voz, que cante, que grite con fuerza, y cantaría yo por lo bajo. Que siga así, acá, que no existo que exista, que no sigo así, ni acá.

Glorieta

Depositando en un cuello, su aliento por tan sólo ese momento, y los siguientes, en que sonaba en un rincón el vehemente bandoneón, sintiéndose pequeña, como el universo, como el poder de un verso, se dejaba llevar                      vaya uno a saber a qué lugar; sumisa, sin recelo, arrastrando el suelo. Durante un tango, en la glorieta se desvanecía su silueta. 

Huir del secreto

“La quietud es mi nueva personalidad”; derramada en el césped, en la claridad siento llover aroma a bosque, dentro mío mientras las hojas barnizadas de río goteando sobre mi cabello, caen. Susurran un secreto, pues un secreto traen y todo el resto es nada entre la arboleda cuando esto que no quería saber, queda; y huye mi alma a través del bosque abandonando mi cuerpo inerte que sólo podrá contemplar lo que ella toque en su errado y temeroso camino, sin final, ni pausa, ni destino. 

Expectativas

Floreció su importancia en tu pecho un sentimiento, y en medio del helecho en que se perdía tu bondad limpió el aire con su férvida autoridad justo antes de que esperaras inocentemente que te correspondiera en cuerpo y mente. Cuando alguien ama y contempla de una flor lo más simple no debería esperar que lo ame y lo contemple.

Algo así como un logro personal

          Al día siguiente, un ruiseñor apareció en su ventana, a los pies de su cama. Siempre adoró las aves. Aún estaba acostada. Abrió los ojos por primera vez en el día y lo vio allí, dando saltitos. Lentamente, deslizó las sábanas que la cubrían hacia un costado y, en silencio, como un depredador, se acercó a la ventana para abrirla sin asustarlo. Seguía ahí. Estaba arrastrándose ridículamente. Levantó el brazo sin mirar, su mano alcanzaba el costado del marco de la ventana y la abría cautelosamente. Entonces se alejó por lo bajo, ya sobre el suelo como flotando, observando cómo el ave miraba primero a su alrededor y entraba a su habitación alarmantemente. Dio un paseo fugaz casi rozando el techo, sobresaltado y grácil, y desapareció por donde llegó, volando con la belleza natural del pájaro. Fue algo así como un logro personal.

Por viajar en el tiempo y sostenerte, desespero

Por viajar en el tiempo  y sostenerte, desespero brillo de los ojos de tu madre, recién nacido, y durante esa primera sonrisa, primer llanto duradero, primer esbozo de palabra que ha salido de tus labios, invisible, quiero verte. Introducirme al niño que se divierte, que lleno de dicha, curioso, solía habitarte y que, aprendiendo a vestirse solo, a cantar una canción, a escribir su nombre o hacer de garabatos un arte te enseñó que con esmero no tenés limitación; y preguntarle con respeto y admiración, cuál es su juego favorito. Quiero sentirme pequeña, como una mariposa reír junto a su risa, gritar junto a su grito, respirar el perfume de su inocencia siempre anhelando con el último suspiro de mi alma, fervorosa que me quiera con vehemencia. Por viajar en el tiempo y sostenerte, desespero, porque encuentres contención en las alas de mis manos, de tu llanto hacer la fuente más bella, y de lo más sincero de tus ojos de agua, fascinarme. Po...

Un sueño hecho realidad

        El automóvil cada uno o dos minutos da un salto debido a las calles pedregosas que forman el mapa del pueblo, y la risa de Lina se intensifica cada vez; entonces, los cinco pasajeros se despegan del asiento tan sólo un poco y al mismo tiempo. La brisa va jugando con el pelo de ella, la mujercita sentada detrás, junto a dos muchachos; y hace globos con formas graciosas al abultar sus camisetas.         Mientras esto sucede, la misma joven duerme plácidamente en un sofá floreado, con una mano sosteniendo su rostro y la otra sutilmente tomando la almohada. La gente va llegando para rodear su silencio, su burbuja airosa de ideas creativas que suben de a multitudes a su mente como a un tren, con artilugios en su equipaje, para bajar del sueño luego de concretado su papel ¿Quién diría que alguien fuera capaz de dormir con semejante despliegue? Al fin y al cabo, se trata del escenario de un teatro, donde actores y personal traen...

Abrir un cofre y una lata

           Si el techo hubiera decidido derrumbarse, seguramente los libros de Julio y Andrea los hubieran protegido a ambos, pues parecían reforzar las paredes a lo largo de todo su recorrido alrededor del living -o los hubieran aplastado. Algunos de portadas serias y otros de títulos intrigantes, unos técnicos y otros puramente literarios daban color a la sala, además de cierta calidez. Ella había contemplado más de una vez la idea de ordenarlos por su color en lugar de autores, para que fueran formando una gama de tonos oscuros y claros a medida que se avanzaba hacia la cocina. Enseguida descartaba la idea, por el trabajo que les llevaría encontrar alguno específico que estuvieran buscando y porque no tenía la mínima intención de desempolvar el sector más alto de la biblioteca.             El viento golpeaba agresivamente los cristales y caracoles que pendían de los colgantes que ella había hecho ...

Le dije

Que en las palmas me tiene andando   o escondiéndome en el bolsillo como una pieza de contrabando, un diminuto grillo; que gracias por cambiarme de mano pero que no quiero recorrerlas más mientras siga deteniéndose en vano para sonreír a los demás. Y que en las líneas de sus palmas, sembraré semillas que se hagan ramas, ascenderé por ellas a su boca y allí esperaré a que me diga que se equivoca, que en lugar de tenerme como a un tesoro quiere adorarme como yo lo adoro.

Eterna risa

Oculta entre las flores escondió su rostro en las palmas y se echó a reír. En aquel sonido se inspirarían todos los pintores que trazan carcajadas, sin poderlo reproducir. Inmaculado el paisaje que supo contenerla en la alegría sempiterna con aroma a jazmín, y el calor que se posó en su piel para absorberla en un momento que no tuvo fin.

Quien me vio, me repudia

Es óxido ya, la delicia extinta de la intención de mi rostro, que torna la vista para no mirarse; de mi interior obsoleto es la amarga aspereza nacida de la perenne sombra mía que al deleitarse me envuelve siempre y me suspende con destreza. Cuando inadvertida, es fiel y confortante, pues, como la noche, se permite cierto brillo, mas quien me vio es pleno día, un diamante y claro entendió que en mi oscuridad me humillo cuando, al inflar el pecho con el aire de mi alma, la conoció, y ahora me repudia en calma.

Contraria II

Me tiemblan las rodillas si te cruzo Y si no te cruzo quiero cruzarte Cuando te cruzo me oculta el silencio Y cuando no te cruzo quiero hablarte Pretedo indiferencia cuando hablamos Y si no hablamos no te olvido No quiero que sepas que te quiero Pero que me lo digas es lo que te pido. Me hacés reír con todo mi cuerpo Y cuando vos estás no me quiero reír Pero si no estás cuando me estoy riendo A donde vos estés quiero ir. Son sentimientos encontrados, Como el primer amor adolescente Ni encontrados ni perdidos Pero mejor alejados de la mente.

Pensamientos en un tren

Me subí al tren, ya me iba.  Apareció esta música que me incentiva. No quiero oír más la armónica,  la guitarra, la percusión. No quiero escuchar nunca más esta canción. Quiero tener mi tiempo sin tiempo a la confusión.

Labios serios

Por el recuerdo, sonreí, en un beso y con los ojos en otro lado, la boca cerrada y guardadas las palabras, pues el resplandor en las miradas de las personas me es ahora arbitrario, y suelo pisar fuerte durante la noche, mientras duermen mis pies. Huelo un rosal en la mano que recuerdo, tibia y transparente como el agua de la fuente que me invitó a evocarla ¿Se considera sonrisa aquella oculta tras los labios serios?

La llave

¿Cuándo comencé a ser la llave brillante y fría de una puerta que no cierra maciza, no abre porque quedó entornada para el que espía sigiloso para quien se hartó de intentar a hachazos o a patadas, moverla? ¿Cuándo, a ser la llave que, por inmensa, no puedo guardar que, por pesada, no puedo cargar que, abnegada a la quietud dejé bajo la alfombra?

En los iris de ese bosque

No vi de los iris de este bosque, el color noté en ellos que al silencio que lo reina le gusta sonreír que lo dorado que sabe decir de sí es otoño de lento caminar que el aliento que quita, lo devuelve más fresco noté los agapantos, que no vi ese ciervo que no pudieron ver las palabras que le son esquivas las ideas ciegas que se le desprenden presurosas las personas que los observaron unas horas más y en su espesura, su frondaje, me perdí y me hallé.

Mi capricho

Quiero verlo a él, mi capricho nadar en mi taza de chocolate sin que de mí se percate durante una tímida mañana que se esconda entre la lluvia. Quiero sostener en mis manos a él verlo deleitarse en mi dulzura con sus sentidos diciendo que sí y que esa única hora no se quede dormido.

La conocí en el aire

La lluvia que blanca se suspende, estrellitas frías que alcanzo en el aire, y se desarman a mi tacto me besaron los labios y lo noté. Brillante momento de hielo que no se hará vapor en mi olvido ¿Dónde está el suelo? y ¿Hasta dónde llegan mis manos?

Las cimas

El sueño cubre las cimas de las montañas las hace invisibles, las duerme, me pregunto si mis mañanas en las cimas de sus edificios, al verme contendrán, como marañas la misma niebla con sus usuales mañas o un tono de gris que tiembla que cambia y me invita a irme.

El monstruo

Le trae rosas, el monstruo que le agrada, que perturba y huele delicioso y dulcemente envilece lo precioso y sagrado de la caricia dorada. Se asegura de que quede intacta su lágrima del tamaño de una estrella aún en el borde del ojo, para ver cómo ella se compadece y se retracta. Cruzando las garras sobre el pecho donde su corazón inmenso desespera, promete encontrar la manera de tornar ameno lo que infausto ha hecho.

Últimamente, duermo

Últimamente, duermo para subir cientos de escaleras de mármol que me llevan a esta cúpula del cielo acristalada a cuyos pies el vuelo rasante de las golondrinas anuncian el inmediato diluvio que la rodea. Últimamente, duermo para que el esfuerzo de la subida me quite el aliento y me lo devuelva en la cima gris, que me encuentra seráfica y taciturna escapada, como las golondrinas, del invierno ajena y lluviosa ante alguna borrosa primavera. Últimamente, duermo cuando lo hostil no me alcanza y no alcanzo a quererlo, y me es exiguo el suelo y anhelo la altura, escondo mis pupilas y encuentro mi refugio de plata en la nublada cúpula que ampara mi sueño.