Últimamente, duermo

Últimamente, duermo
para subir cientos de escaleras de mármol
que me llevan a esta cúpula del cielo acristalada
a cuyos pies el vuelo rasante de las golondrinas
anuncian el inmediato diluvio que la rodea.

Últimamente, duermo
para que el esfuerzo de la subida me quite el aliento
y me lo devuelva en la cima gris,
que me encuentra seráfica y taciturna
escapada, como las golondrinas, del invierno
ajena y lluviosa ante alguna borrosa primavera.

Últimamente, duermo
cuando lo hostil no me alcanza y no alcanzo a quererlo,
y me es exiguo el suelo y anhelo la altura,
escondo mis pupilas y encuentro mi refugio de plata
en la nublada cúpula que ampara mi sueño.

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