Le dije


Que en las palmas me tiene andando
 o escondiéndome en el bolsillo
como una pieza de contrabando,
un diminuto grillo;
que gracias por cambiarme de mano
pero que no quiero recorrerlas más
mientras siga deteniéndose en vano
para sonreír a los demás.

Y que en las líneas de sus palmas,
sembraré semillas que se hagan ramas,
ascenderé por ellas a su boca
y allí esperaré a que me diga que se equivoca,
que en lugar de tenerme como a un tesoro
quiere adorarme como yo lo adoro.

Comentarios

Entradas populares de este blog

Besos desde el cielo

El monstruo

Quedarme