Quien me vio, me repudia
Es óxido ya, la delicia extinta de la intención de mi rostro,
que torna la vista para no mirarse;
de mi interior obsoleto es la amarga aspereza
nacida de la perenne sombra mía que al deleitarse
me envuelve siempre y me suspende con destreza.
Cuando inadvertida, es fiel y confortante,
pues, como la noche, se permite cierto brillo,
mas quien me vio es pleno día, un diamante
y claro entendió que en mi oscuridad me humillo
cuando, al inflar el pecho con el aire de mi alma,
la conoció, y ahora
me repudia en calma.
Comentarios