Corona del océano
Mientras acomodás una corona en mi cabeza,
rey,
y bruñís el oro de los laureles,
y bruñís el oro de los laureles,
lo nuestro ya tiene su epitafio.
El océano es inmenso y me reclama la corona,
¿Cómo podés quererme con los besos naufragando?
Con todo eso que cae de nuestra visión o nuestro tacto,
ya rozando con manos pálidas el polvo suave de su profundidad.
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