Algo así como un logro personal
Al día siguiente, un ruiseñor apareció en su
ventana, a los pies de su cama. Siempre adoró las aves. Aún estaba acostada.
Abrió los ojos por primera vez en el día y lo vio allí, dando saltitos.
Lentamente, deslizó las sábanas que la cubrían hacia un costado y, en silencio,
como un depredador, se acercó a la ventana para abrirla sin asustarlo. Seguía
ahí. Estaba arrastrándose ridículamente. Levantó el brazo sin mirar, su mano
alcanzaba el costado del marco de la ventana y la abría cautelosamente.
Entonces se alejó por lo bajo, ya sobre el suelo como flotando, observando cómo el ave miraba primero
a su alrededor y entraba a su habitación alarmantemente. Dio un paseo fugaz
casi rozando el techo, sobresaltado y grácil, y desapareció por donde llegó,
volando con la belleza natural del pájaro. Fue algo así como un logro
personal.
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