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Mostrando entradas de agosto, 2016

Abrir un cofre y una lata

           Si el techo hubiera decidido derrumbarse, seguramente los libros de Julio y Andrea los hubieran protegido a ambos, pues parecían reforzar las paredes a lo largo de todo su recorrido alrededor del living -o los hubieran aplastado. Algunos de portadas serias y otros de títulos intrigantes, unos técnicos y otros puramente literarios daban color a la sala, además de cierta calidez. Ella había contemplado más de una vez la idea de ordenarlos por su color en lugar de autores, para que fueran formando una gama de tonos oscuros y claros a medida que se avanzaba hacia la cocina. Enseguida descartaba la idea, por el trabajo que les llevaría encontrar alguno específico que estuvieran buscando y porque no tenía la mínima intención de desempolvar el sector más alto de la biblioteca.             El viento golpeaba agresivamente los cristales y caracoles que pendían de los colgantes que ella había hecho ...

Le dije

Que en las palmas me tiene andando   o escondiéndome en el bolsillo como una pieza de contrabando, un diminuto grillo; que gracias por cambiarme de mano pero que no quiero recorrerlas más mientras siga deteniéndose en vano para sonreír a los demás. Y que en las líneas de sus palmas, sembraré semillas que se hagan ramas, ascenderé por ellas a su boca y allí esperaré a que me diga que se equivoca, que en lugar de tenerme como a un tesoro quiere adorarme como yo lo adoro.

Eterna risa

Oculta entre las flores escondió su rostro en las palmas y se echó a reír. En aquel sonido se inspirarían todos los pintores que trazan carcajadas, sin poderlo reproducir. Inmaculado el paisaje que supo contenerla en la alegría sempiterna con aroma a jazmín, y el calor que se posó en su piel para absorberla en un momento que no tuvo fin.

Quien me vio, me repudia

Es óxido ya, la delicia extinta de la intención de mi rostro, que torna la vista para no mirarse; de mi interior obsoleto es la amarga aspereza nacida de la perenne sombra mía que al deleitarse me envuelve siempre y me suspende con destreza. Cuando inadvertida, es fiel y confortante, pues, como la noche, se permite cierto brillo, mas quien me vio es pleno día, un diamante y claro entendió que en mi oscuridad me humillo cuando, al inflar el pecho con el aire de mi alma, la conoció, y ahora me repudia en calma.

Contraria II

Me tiemblan las rodillas si te cruzo Y si no te cruzo quiero cruzarte Cuando te cruzo me oculta el silencio Y cuando no te cruzo quiero hablarte Pretedo indiferencia cuando hablamos Y si no hablamos no te olvido No quiero que sepas que te quiero Pero que me lo digas es lo que te pido. Me hacés reír con todo mi cuerpo Y cuando vos estás no me quiero reír Pero si no estás cuando me estoy riendo A donde vos estés quiero ir. Son sentimientos encontrados, Como el primer amor adolescente Ni encontrados ni perdidos Pero mejor alejados de la mente.

Pensamientos en un tren

Me subí al tren, ya me iba.  Apareció esta música que me incentiva. No quiero oír más la armónica,  la guitarra, la percusión. No quiero escuchar nunca más esta canción. Quiero tener mi tiempo sin tiempo a la confusión.

Labios serios

Por el recuerdo, sonreí, en un beso y con los ojos en otro lado, la boca cerrada y guardadas las palabras, pues el resplandor en las miradas de las personas me es ahora arbitrario, y suelo pisar fuerte durante la noche, mientras duermen mis pies. Huelo un rosal en la mano que recuerdo, tibia y transparente como el agua de la fuente que me invitó a evocarla ¿Se considera sonrisa aquella oculta tras los labios serios?