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Mostrando entradas de julio, 2016

La llave

¿Cuándo comencé a ser la llave brillante y fría de una puerta que no cierra maciza, no abre porque quedó entornada para el que espía sigiloso para quien se hartó de intentar a hachazos o a patadas, moverla? ¿Cuándo, a ser la llave que, por inmensa, no puedo guardar que, por pesada, no puedo cargar que, abnegada a la quietud dejé bajo la alfombra?

En los iris de ese bosque

No vi de los iris de este bosque, el color noté en ellos que al silencio que lo reina le gusta sonreír que lo dorado que sabe decir de sí es otoño de lento caminar que el aliento que quita, lo devuelve más fresco noté los agapantos, que no vi ese ciervo que no pudieron ver las palabras que le son esquivas las ideas ciegas que se le desprenden presurosas las personas que los observaron unas horas más y en su espesura, su frondaje, me perdí y me hallé.

Mi capricho

Quiero verlo a él, mi capricho nadar en mi taza de chocolate sin que de mí se percate durante una tímida mañana que se esconda entre la lluvia. Quiero sostener en mis manos a él verlo deleitarse en mi dulzura con sus sentidos diciendo que sí y que esa única hora no se quede dormido.

La conocí en el aire

La lluvia que blanca se suspende, estrellitas frías que alcanzo en el aire, y se desarman a mi tacto me besaron los labios y lo noté. Brillante momento de hielo que no se hará vapor en mi olvido ¿Dónde está el suelo? y ¿Hasta dónde llegan mis manos?

Las cimas

El sueño cubre las cimas de las montañas las hace invisibles, las duerme, me pregunto si mis mañanas en las cimas de sus edificios, al verme contendrán, como marañas la misma niebla con sus usuales mañas o un tono de gris que tiembla que cambia y me invita a irme.